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viernes, 23 de noviembre de 2012

Los Conflictos en la Empresa (segunda parte)


Cuando tenemos un inconveniente determinado, pensamos que hay varias soluciones para este, pero lo más importante es solucionarlo de la mejor manera. La postergación en la solución de un conflicto solo alarga las tensiones en el tiempo, lo mejor cuando hablamos de situaciones de este tipo es el afrontamiento y no la evitación innecesaria. No obstante a esto, hay varias formas para la solución de conflictos laborales.
Este tema depende, en buena medida de las circunstancias: Su tipo, es un conflicto personal, interpersonal (con otro trabajador), grupal (entre varios grupos de trabajo). La naturaleza, es moral (por algo de principios, actitudes, conducta, ética empresarial), es por recursos (una información que falta, herramienta, dinero, tiempo, prioridades) grupales (de oficina, áreas de trabajo, etc.) existen varias maneras de apreciar una situación conflictiva pero cómo lo manejamos dice de cuál es mi prioridad: la empresa o yo.
Una vez que aparece un enfoque fatalista sobre la forma de afrontar los problemas diversos que acontecen en el ambiente donde trabajamos se despeja la posibilidad de que exista buena comunicación y se fomente una cultura organizacional que sustente la comprensión. Es casi improbable que no existan contratiempos que frenen lo que estamos haciendo pero la inmediata reacción que aflore debe ser una actitud madura, centrada en aprovechar la oportunidad para crecer y no para pasar por encima de la situación a como dé lugar.
Es cierto que ciertas finalidades de conflictos pasan por elementos de autoridad formal, escalones de poder, aprovechamiento de otros factores para terminar “ganando”. A veces es muy difícil rehacer las relaciones laborales resentidas luego de un mal manejo de un conflicto por un papel, una información, una charla, con el jefe, o el incumplimiento ante la irresponsabilidad del otro.
Recuerdo una vez que dos grupos de trabajo que representaban dos departamentos importantes en una empresa se llevaban muy mal por un altercado de manejo de papeles a tiempo, conflicto que se dio entre dos personas. La consecuencia fue que se hizo extensiva la aversión a todo el grupo de cada área respectivamente, trayendo como consecuencia que hubiera no solo un pésimo clima laboral allí sino demoras y frenos en la circulación de la información para el funcionamiento efectivo de la empresa. Se tomaron medidas cuando se había perdido muchísimo dinero al no darse una relación funcional entre los dos departamentos, salvo los imprescindibles.
En consecuencia, las empresas han buscado alternativas, cuya dinámica parece más adecuada a las necesidades de economía, flexibilidad, celeridad y mantenimiento de la relaciones. Entre ellas está la mediación, la negociación, el arbitraje, que en cualquiera de los casos habla de la participación de terceras personas en el asunto. La negociación y la mediación se caracterizan por la búsqueda de un compromiso conciliador de todas las partes, distinguiendo la posición de cada una y el interés que subyace. El arbitraje regula posiciones más legales y de corte regulatorio.
Aunque la reflexión de hoy gira sobre la base de que deben existir en nosotros pautas donde la mirada inicial que se tenga sobre una situación conflictiva no sea el termino discusión fatalista, o pensamientos de “terminará mal, lo sé; para qué perder el tiempo; no hay que ser paciente, ni educado con este (a)”. Soy de los que aboga por el crecimiento, ponerse en lugar del otro, si es imposible dar variantes de solución no buscando lo más primitivo en nosotros sino lo que contribuye a la verdadera comunicación, el arte de escuchar, mirar dentro y fuera de “mi sistema”. Sin dudas, cada momento donde soy parte de la solución y no del problema, me hace parte y no carga para la empresa.


Una mejor imagen empresarial


Cuando vas a algún lugar como el teatro, el cine, un restaurant, tienes expectativas de lo que verás y cómo quieres que se vea. Definitivamente los criterios de imagen son criterios del sentido de belleza que esperamos tener de lo que vemos. La belleza dicta, al final, lo que es correcto y digno de ser admirado y repetido en todos nosotros, es por eso que aparecemos hablando, vistiendo y pensando de acuerdo a ello.
 
Si nos pusiéramos a pensar un poco, nos diéramos cuenta de que el sentido de lo que es hermoso se prefiere, es amplio y es donde encontramos una parte que valoramos y donde depositamos nuestras expectativas.
 Es por eso que mientras que a algunas personas le gusta un detalle, una prenda; a otros el peinado, los colores, accesorios, el olor, las formas, el sabor, etc.
La belleza es muy general y particular porque es una interpretación muy personal de la realidad; sin embargo, tiene tendencias y sobre esas generalidades podemos mejorar la imagen nuestra o de la empresa que defendemos.
El hombre y la mujer que trabaja interactúa con otros, por eso su imagen debe ser una congruencia con lo que representa. La imagen es una síntesis general de los valores y metas que persiguen sus directivos, pero no todo lo que se desea es proyecto sino que este tiene una repercusión práctica: si vendes zapatos no tendrás a tus empleados con zapatos sucios o viejos.
Nunca deberíamos caer en la trampa de dejar libertad de expresión al trabajador en este aspecto, porque unos pueden y otros sencillamente no. Si ropa, no tendrás personal con ropa anticuada y fuera de lugar, en este caso los uniformes con el nombre del lugar trae coherencia e identidad.
Siempre uno debe hacerse la pregunta: ¿Qué quiere ver y sentir el cliente cuando llega? La respuesta aunque pareciera sencilla se interpreta erradamente. La imagen es para afuera, responde a la manera más adecuada de cómo quiero ser visto y entendido. Si uno solo cree que la gente lo entiende porque piensa que da todos los signos para ello se equivoca. No cortaría mi pelo en un local donde no haya espejos, el peluquero no tenga una bata blanca o exista un aroma a música instrumental. Aunque se diga que es mi criterio, el que vende debe preguntar, así se construye una imagen que se acomode a la generalización de lo que es hermoso.
Otro aspecto es el exceso, si uno vende sencillez y calidad como es el caso de algunas empresas internacionales, no caerían ellos en ser demasiado sencillos o en temer ser complejos porque lo importante es que el público lo haya entendido, luego este mismo le verá la sencillez del producto a la complejidad que en realidad tiene. Siempre que se quiere llevar un mensaje hay que cuidar a quién se muestra la imagen, de esta manera no será algo demasiado evidente e innecesariamente sobrecargado. La coherencia no es a ultranza ni excluyente con necesidad.
Algo importante que tenemos que tener en cuenta es que no existe un criterio único de lo que es la imagen adecuada o perfecta. Eso no existe, lo que existe es un conocimiento de lo que sería más conveniente teniendo en cuenta a quién nos dirigimos, quienes somos, cómo queremos ser recordados en la mente de las personas, dónde estoy ubicado y quién soy en medio de mi competencia potencial. 
El resto es pantallas baratas que venden los publicistas.