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miércoles, 17 de noviembre de 2010

Liderazgo y Jefatura en la Empresa (Primera Parte)

El liderazgo es uno de los temas más antiguos que se conocen sobre el cual miles de personas han actuado y escrito. Lo más interesante que sucede es que muchos confunden el liderazgo con el ser jefe o creen y así lo practican, que el liderazgo es la fórmula mágica en el cual el que es líder todo lo debe saber y todo lo puede hacer.
La verdad es, que el liderazgo no es más que un rol dentro de un grupo, este puede ser grande o pequeño, formal o informal, pero es una consecuencia de las mismas interacciones y relaciones que tienen los miembros del grupo. De esta manera, el líder es un rol o una función como resultado de los afectos (de la índole que sean)  en el cual, el status que se tiene a lo interno del grupo, es el de más oído, más respetado y valorado en lo que realiza. El mismo poder que tiene el líder es el poder que le da el grupo como un consenso general. En otras palabras, el liderazgo tiene que ver con la actividad que más aporta al grupo de trabajo donde esté.
Las cuestiones de jefatura y liderazgo son distintas, el ser jefe solo es una consecuencia del poder y el status formal que le brinda la organización a una persona, mientras que el líder descansa su influencia en el poder real de las personas que conviven con él. El liderazgo se gana mostrando por qué uno vale en lo que hace, dice o piensa. El jefe no tiene que ganarse algo, solo tiene una influencia que a priori está dada, solo tiene que esperar ser obedecido. De esta forma, el jefe tiene una autoridad cuestionable por el grupo, mientras que el líder tiene una autoridad aprobada por  el grupo.
Los puntos sensibles de esta realidad empresarial dentro de la dinámica de los diferentes departamentos de trabajo, es que muchísimas son las veces en que jefe y líder no coinciden. Esto es un gran problema si el grupo considera que lo que hace y dice el líder es mucho mejor que la manera en que lo plantea y dirige el jefe. Por lo general hay un conflicto de intereses, de forma tal que, al final, solo los que quieren seguir en el puesto, deben cumplir las normas establecidas dentro de la estructura organizacional.
Lo ideal fuera que tanto el poder formal como el informal coincidieran con las demandas y necesidades grupales. La empresa necesita que existan jefes que comprendan a sus subordinados y sepan qué sucede, qué hace falta mucho más allá de lo que debe o no debe hacerse. La convivencia es muy importante, el cargo solo es eso, un cargo. La verdadera autoridad no se respalda con poder absoluto sino con el poder que te da el otro, y no hace falta esperarla, se nos ofrece cuando realmente somos líderes y existe confianza en lo que hacemos y decimos.
En una ocasión viví algo parecido, fungía como profesor de la universidad donde vivía en la asignatura de Psicología. Era uno entre varios que como yo daban clases a los estudiantes, cada dos días nos reuníamos con el asistente que coordinaba las rotaciones y las dinámicas para cada seminario. El punto es que esta persona a pesar de que era muy competente era muy ortodoxa y con poca tolerancia a los pequeños y necesarios cambios a la hora de enseñar a la juventud. Entre nosotros había una muchacha que ofrecía ideas geniales, era muy entusiasta y tomaba lo mejor de cada uno de nosotros cuando hablábamos. Era obvio el choque total entre las dos posturas, cada reunión era un reto para el asistente porque sabía que tenía menos aceptación mientras que todos callábamos lo que era muy obvio.
Recuerdo que cometimos muchos errores por causa de este hombre, su jefatura era incuestionable pero su liderazgo no existía. ¿Qué es mejor, compensar la falta de liderazgo con poder o ser líder y de paso se aprovecha el poder de la jefatura para potenciar lo mejor de los trabajadores? Esto lo veremos en la próxima nota…

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