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martes, 23 de noviembre de 2010

Las Obviedades en la Vida Laboral

Hace tiempo conocí mucho acerca de quién soy y como lo que soy tiene una repercusión en lo que hago. Simplemente es impresionante cómo condicionamos nuestro ambiente inmediato con nuestra manera de pensar y actuar hasta que se vuelve un estilo de vida. Esta realidad que nos topamos diariamente es la vida cotidiana, la cual se manifiesta como un fenómeno de rutinas, hábitos, costumbres y monotonías de las cuales a veces ni podemos escapar o sencillamente no queremos salir. No queremos abandonar estos hábitos porque nos gustan y no sentimos cómodos en ellos (elegimos el mismo color, las mismas palabras, atuendos, el  mismo ángulo, las mismas estrategias)
Nos les ha pasado que cuando llevamos tiempo haciendo lo mismo todos los días en la dinámica  del trabajo, haciendo la misma actividad, con las mismas personas, en el mismo ámbito, y de allí terminamos en la casa eso se convierte en un ciclo sin final. Bueno pues, esta “naturalización y acostumbramiento” donde las cosas, las acciones, los temas, incluso las palabras son “comunes” se le llama FAMILIARIDAD ACRITICA y es la forma en la que sabemos que tenemos un círculo estable que se torna intocable e inalterable en nosotros.
La familiaridad acrítica es la manera en que no cuestionamos lo que hacemos, no existe una crítica acerca de lo que realizamos porque es como que si… los amigos, el estudio, los planes, las relaciones…cada cosa, no puede ser de otro modo y nuestra manera de pensar, sentir y actuar es la única posible. Es entonces cuando aparecen las obviedades, lo obvio, natural, lo esperado, ese cumulo de cosas que damos por sentado (los hombres no lloran, ese es el trabajo que me tocó, si eres graduado universitario tienes que ser el mejor, las mujeres son flojas y para la casa, es obvio que tengo que hacerlo así, etc. Para unos es natural maltratar y para otros querer, hacer lo que dicen los mayores o hacer caso omiso y dar rienda a la autoexpresión.
Sin embargo, la vida cotidiana no tiene que ser de un modo específico sino que es un marco para las posibilidades. La posibilidad de que por ejemplo, la vida laboral sea estimulante y motivante o bien una rutina obligada y angustiante pues, esta parte siempre de la representación de lo que es para nosotros la realidad laboral. Si queremos saber qué es la realidad, qué es la vida laboral y qué papel jugamos en ella, tenemos que saber que está hecha de conciencia, la cual es el acto de darnos cuenta. Aquello por lo que nos damos cuenta es el trasfondo de que está hecha la realidad laboral y general en su concepto más amplio.
Tenemos la costumbre de pensar que la vida laboral es algo que está fuera de nosotros, un objeto externo. Pero lo que crea, lo que lo construye es el acto de darse cuenta. Si creemos que  vivimos más intensamente, que nuestra vida tiene más realidad, más autenticidad, pensamos que la causa es algo de fuera. Pensamos que algo atrajo nuestra atención y si somos más frescos, felices o frustrados depende del color, la frecuencia o cuantas variantes tenga lo que nos rodea. Lo cierto es que nada de lo que nos rodea significa algo en sí mismo (aburrido, estimulante, peligroso, divertido, serio) sino para aquel que lo cree, para él lo es. Por eso es importante despertar, cuestionarnos lo que hacemos, sentimos y pensamos de eso que vemos a diario en nuestro universo de trabajo.
Este es el punto álgido de la familiaridad acrítica, entender que lo que vivimos es de una forma única (como lo vemos) por la sencilla razón de que nos ha ido bien como lo hacemos. O que tenemos que cambiarlo todo siempre porque nos va mal en todo lo que hacemos. Es tiempo de despertar y reevaluar lo que hacemos, pues que algo funcione de un modo estable no quiere decir que siempre lo hará y no tenemos que sufrir para verlo. Vivamos principios generales de ver y hacer en la vida laboral, no andemos tan centrados en nuestra idea única. Cuestionar nuestras obviedades potenciará la verdadera efectividad en lo que hacemos de seguro.

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