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martes, 16 de noviembre de 2010

Los no redimidos de la Empresa

Cada vez que miramos y contemplamos el futuro de una nación, miramos con orgullo en las canteras que con esmero vemos crecer en las universidades o escuelas; es una sonrisa nuestro pensamiento y no una pena. Sin embargo, cuando los egresados desean poner en práctica sus conocimientos en las organizaciones afines se encuentran con el siempre molesto, conflicto de la inexperiencia primordial.
Encontrar trabajo no es solo una necesidad económica sino también el resultado de la necesidad de expresión, autorrealización y utilidad social que tiene el hombre, de ahí que exista en los egresados una motivación superior por “trabajar”. La mala noticia es la de ver que en la mayoría de la veces,   las empresas solo requieren “personal con experiencia”, perdiendo de vista el hecho de que todos pasamos por el mismo proceso. Esto pudiera verse como un tipo de discriminación social por acaparar solo lo entrenado por otros.
Desde este punto de vista hay empresas antipáticas, otras con una necesidad basal en la contratación de este tipo de trabajadores, y otras que sin requerirlo apuestan por la cantera nueva y deseosa de aprender. La calidad de lo que se hace o se produce en la sociedad es entonces una consecuencia de la hostilidad y competencia feroz de los desempleados por ser el más apto, elemento que crece aún más cuando forma parte de la política de la misma empresa.
El momento de inserción a un centro laboral es álgido en la formación práctica que se requiere. Si no hay conductos laborales hábiles establemente, cómo somos más justos, cómo potenciamos el crecimiento. De esa manera existen empresas que no tienen el tiempo, el dinero ni la paciencia para habilitar una experiencia laboral pero la exigen como una barrera infranqueable en sí misma. ¿Cómo podemos exigir como requisito indispensable lo que no se fomenta?
A esta interrogante la llamamos el choque de ámbitos, al divorcio latente entre las instituciones pedagógicas y el trabajo real en las organizaciones laborales. Cuánto talento dejamos ir por pensar en el hoy solamente. Pese a esto, los que egresan, los interesados en trabajar, los sine experiecia; son los que formándolos bien se ponen la camiseta con más orgullo y más entereza. No solo por su motivación a priori sino por el sentido de agradecimiento ante la inversión de confianza. Las personas que no tienen experiencia son dueños de lo que se carece a menudo: ideas y sueños.
La experiencia laboral es una adecuación particular del conocimiento a una determinada actividad que se realiza. Se porta, como acceso a una oportunidad dada o tomada como iniciativa personal. Sin embargo, no damos tales oportunidades; por ende, tememos posteriormente el auge de los auto-creadores de marcas, tendencias, ideas renovadoras, imperios: verdadera competencia aburrida de tocar inútilmente las puertas…
La respuesta a una problemática, avanzar, crecer, adaptarse, posicionarse, no sale de un tipo de experiencia sino de la mente que analiza. El que quiere y puede ver tiene ideas de solución, pero estas no tienen fronteras si no que nosotros mismos se las ponemos al juzgarlas por su apariencia, su edad, su sexo y procedencia.

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